En Centroamérica, el matrimonio —esa institución milenaria— se encuentra en el centro de una tensión profunda entre tradición y cambio, revelando capas de complejidad que desafían las miradas simplificadoras.
La historia del matrimonio heterosexual está marcada por una sombra incómoda. Durante siglos, ha funcionado como una herramienta de control patriarcal, donde las mujeres han sido reducidas a la categoría de propiedad y la monogamia se ha impuesto como norma incuestionable. El feminismo, con justa razón, ha mirado esta institución con una mezcla de sospecha y crítica.
Sin embargo, los datos de la Encuesta de Audiencias frente a la Educación Sexual en Centroamérica muestran que allí, el 37% de la población aún considera prioritario educar a las niñas para ser "buenas esposas", mientras que un preocupante 23% de las personas menores de 25 años encuentra aceptables las uniones maritales de menores de edad. Estas cifras son un reflejo de estructuras sociales profundamente arraigadas.
Centroamérica representa una sociedad con valores de supervivencia, donde la seguridad material prima sobre la expresión individual, donde la estructura social patriarcal se mantiene como un pilar y la moral colectivista prioriza la armonía del grupo (familia) por encima de los deseos individuales, especialmente de las mujeres.
El feminismo ha intentado reinventar el matrimonio. Su propuesta ha sido radical: rechazar su carácter normativo, cuestionar su vinculación obligatoria con la maternidad y la estabilidad económica. Proponer un ecosistema de opciones donde la soltería, las uniones libres y el poliamor coexistan sin jerarquías. Sin embargo, estas ideas no han penetrado fácilmente en la sociedad centroamericana. Solo el 21% considera que los matrimonios entre personas del mismo sexo también son familia, y el 66% considera que el sexo es principalmente para el disfrute dentro del matrimonio.
Estas estadísticas revelan una brecha significativa entre las visiones progresistas sobre relaciones y familia, y las percepciones arraigadas en la región. La resistencia al cambio no debe interpretarse simplemente como conservadurismo ideológico, sino como parte de un complejo entramado cultural donde la institución matrimonial tradicional aún representa seguridad, estabilidad y aceptación social.
Por eso, ante este contexto, la redefinición de la institución matrimonial requiere un enfoque pragmático, radicalmente innovador y culturalmente sensible, que comprenda que Centroamérica, actualmente, quizás no necesita menos matrimonios, sino matrimonios mejores: libres de violencia, abiertos a la diversidad y basados en la equidad. El desafío está en transformar las instituciones desde sus grietas, convirtiendo lo que alguna vez fue un símbolo de opresión en un espacio de autonomía y respeto.
Esta transformación puede partir del reconocimiento de que en contextos donde los sistemas de protección social son tan débiles, el matrimonio aún funciona como una red de seguridad social fundamental. La meta no es destruir esta red, sino reconstruirla sobre bases justas y equitativas, donde todas las partes puedan desarrollar plenamente su autonomía.
Un posible desafío a nivel narrativo en Centroamérica podría ser, además de múltiples iniciativas a nivel jurídico y económico, proponer una transformación progresiva de las narrativas dominantes en torno al matrimonio en Centroamérica. Les propongo algunas ideas para contar nuevas historias que transforman lo que piensan las audiencias Centroamericanas más conservadoras:
👨🏽🍼 Promover modelos de hombres cuidadores y mujeres proveedoras, normalizando la flexibilidad en la distribución de responsabilidades domésticas y económicas.
💗💗Visibilizar modelos de relaciones basadas en el respeto mutuo y la colaboración equitativa.
🤝🏽 Educar sobre consentimiento y equidad dentro del matrimonio, estableciendo que la dignidad y los derechos individuales no se subordinan al vínculo matrimonial.
👨❤️👨👩❤️👩Visibilizar historias de matrimonios no tradicionales que han encontrado formas propias de construir relaciones satisfactorias y justas.
👵🏾👶🏿Fomentar el diálogo intergeneracional sobre expectativas, mitos y realidades del matrimonio.
Las y los jóvenes centroamericanos, con su ambivalente apertura hacia el cambio, podrían ser los principales arquitectos de esta transformación. No se trata de importar modelos extranjeros, sino de tejer alternativas desde lo local, respetando la urgencia de seguridad material mientras se expanden los horizontes de libertad y equidad.
La generación joven navega entre tradiciones heredadas y aspiraciones de mayor autonomía, creando un terreno fértil para reimaginar el matrimonio desde perspectivas más inclusivas. Su conexión digital con corrientes globales de pensamiento, combinada con su arraigo en realidades locales, los posiciona como mediadores ideales entre lo tradicional y lo progresista.