La seguridad en Colombia es parte esencial de la vida cotidiana. No solo es protagonista en las agendas políticas, sino que también representa una de las mayores preocupaciones del día a día de la ciudadanía. Cualquiera que haya pisado el territorio colombiano tiene una experiencia que narrar respecto a la seguridad (o inseguridad).
A pesar de esta historia compartida, no existe en Colombia un discurso único ni homogéneo para comprender el problema o de plantear soluciones a este complejo fenómeno. Por esa razón, en 2023, Puentes y Sensata decidieron ir más allá de las mediciones tradicionales de victimización o de aprobación de ciertas políticas, buscando identificar las actitudes, creencias, expectativas y representaciones de las personas en Colombia hacia la seguridad.
A través de una encuesta virtual en la que participaron 7.648 personas en 134 municipios, se identificaron cuatro grandes audiencias que reflejan diversas maneras cómo los ciudadanos perciben los problemas, las soluciones a la violencia, el rol de la policía y la convivencia social.
🔎A continuación, presentamos una síntesis de cada una de estas audiencias, enfatizando en las características que más las diferencian entre sí (ir al blog de acuerdos frente a la seguridad):
Este grupo rechaza con firmeza las políticas de mano dura, la militarización y medidas punitivas como el porte de armas o la pena de muerte.
Valoran la tranquilidad, la libertad y la confianza en la comunidad, y consideran que las instituciones policiales requieren una reforma total.
Defienden la idea de que las personas nacen buenas y se corrompen por la falta de oportunidades y educación, por lo que proponen un enfoque basado en la rehabilitación y el perdón.
Abogan por la inclusión de mujeres y minorías (afrodescendientes, indígenas, LGBTI+) en la fuerza pública y creen que la mejor forma de contrarrestar la inseguridad es apostarle a la transformación social y la convivencia armónica, por encima del uso de la fuerza.
Ocupando una posición de centro político, esta audiencia muestra parcial apertura a la diversidad dentro de la Policía y el ejército.
Cuestiona las políticas de mano dura y ve con sospecha el modelo de seguridad de Bukele. Se parte de la creencia de que el ser humano es “bueno” por naturaleza y promueve la rehabilitación y la educación para quienes cometen delitos.
Se ve como necesaria una reforma profunda de la Policía Nacional que priorice el cuidado y el fortalecimiento de la confianza comunitaria. Aunque perciben cierta inseguridad, prefieren medidas preventivas y colaborativas, valorando la solidaridad vecinal y la integración social para enfrentar la delincuencia.
Aunque también respaldan políticas de mano dura (porte de armas, pena de muerte, militarización, detenciones preventivas), lo hacen con cierta moderación.
Se reconocen como derecha moderada, consideran que las personas no nacen ni buenas ni malas, y, a pesar de valorar la opinión de sus padres, muestran apertura parcial justificando el aborto en casos específicos.
Desconfían moderadamente de la gente de su municipio y prefieren mantener cierta vigilancia sobre los vecinos.
Creen en la necesidad de realizar ajustes en la Policía Nacional, cuya función principal debería ser defender y cuidar, y se muestran indecisos frente al aumento de la diversidad étnica y de género en la policía y el ejército.
Al genio de Aladino le pedirían un país tranquilo y en el que se pueda confiar.
Este grupo respalda políticas de “mano dura”, inspirándose en ejemplos como el de El Salvador, y defiende el porte de armas y la pena de muerte.
Aboga por la militarización del espacio público y la vigilancia cercana, justificando detenciones preventivas a jóvenes en la calle, personas con tatuajes o quienes organizan fiestas ruidosas.
Su mirada hacia los vecinos es de desconfianza y su noción de orden social se basa en jerarquías tradicionales y fuertes convicciones religiosas y patrióticas.
Asimismo, rechazan la inclusión de minorías en la fuerza pública y prefieren un enfoque de castigo y aislamiento para quienes consideran “malos”.
Comprender las audiencias contribuye a explicar por qué, en muchos casos, personas con posturas distintas sobre la seguridad encuentran difícil dialogar y llegar a consensos, pues revela la tensión entre las creencias fundamentales de cada visión, como la idea de si los seres humanos nacen “buenos” o “malos”, la desconfianza como emoción primaria hacia los demás, la fe en un “orden natural” o en el castigo como mecanismo para controlar la conducta.
✨Reconociendo estas diferencias fundamentales se abre una puerta para liderar conversaciones más empáticas acerca de un problema que sin duda todos quisiéramos solucionar.✨